Hoy es 23 de Agosto de 2013.
Hoy nos levantamos con sobresalto. Como no hay que trasladarse a ningún sitio, podíamos permitirnos el lujo de despertarnos tarde, así que pusimos la alarma a las 8:30, pero yo no recordé que mi reloj tiene alarma a las 8 de la mañana, así que aunque yo no me dí cuenta por la costumbre diaria, no lo oí, si lo hicieron mis compañeras de viaje, y las pobres las desperté 30 minutos antes de lo previsto..., fueron buenas, me dejaron con vida, jejejeje...
Bueno, hoy nos toca un día tranquilo en comparación con los demás (ya va tocando). Tras el desayuno, nos trasladamos de nuevo a la ciudad, a visitar aquellos lugares turísticos más alejados del casco histórico. Usando primero el autobús local, y luego desplazándonos en tranvías, llegamos al parque de Kadriorg, situado, como indiqué ayer, a 2 Kms de la ciudad medieval. Este parque contiene el hermoso palacio barroco de Pedro el Grande (zar ruso), el cual no pudimos visitar ya que está en restauración. Dicho palacio alberga hoy día el Museo de Arte Estonio. En el mismo lugar, dentro del parque, se encuentra el edificio de residencia del Primer Ministro. Ambos edificios se incluyen en este, hoy, parque de la ciudad, lleno de fuentes, de diferentes tipos de árboles, y de diferentes tipos de flores, muy bien cuidado todo, ya que vimos a muchas personas trabajando en dicho parque, ayudando a su cuidado y conservación.
El parque es grande, precioso, y por lo que hemos podido ver, no sólo lugar de visita turística, sino también de lugar de reposo y relax, paseo familiar o de juego para los niños, por parte de los habitantes de Tallin. Digamos que es el pulmón verde de la ciudad, la cual está rodeada en las afueras por varios bosques, pero este parque está integrado en la parte moderna de la ciudad. El origen de este parque fue que el Zar Pedro el Grande quiso darle a Catalina, su 2ª esposa, un lugar de vacaciones y de relax, y claro, no le hizo una casita y punto, le tuvo que hacer un palacio rodeado de jardines, típico de la época, y típico de los zares.
Tras la visita del parque, frustrada en parte por no poder entrar en el palacio, regresamos al centro histórico, pero esta vez andando, primero a través del barrio de Kadriorg, donde podemos ver las típicas casas de madera, (fundamentalmente, aunque también de otros materiales). Esta zona es, o mejor dicho, fue, el lugar de residencia de la aristocracia letona (aunque los dueños de las casas fueron fundamentalmente alemanes y rusos). La verdad que hay algunas casas preciosas, y llama la atención ver cada casa de un color distinto, da un aspecto muy peculiar a este barrio, por el cual llegamos a la avenida principal de la capital, la avenida Narva, la cual une las afueras de la ciudad, la parte moderna, con el centro histórico (lógicamente en esta dirección, la ciudad tiene muchas más avenidas por otras direcciones).
Enseguida llegamos de nuevo al centro histórico, de nuevo
lleno de turistas. Como realmente ya hemos visitado de esta zona todo lo
que hay que visitar, nos tomamos el resto del día para callejear por
aquellas calles no conocidas, comprar algunos recuerdos de la ciudad
para nosotros, amigos y familiares, y tomar algo de vez en cuando para
parar y descansar.
A media tarde, con pena por dejar la parte de la ciudad que nos ha enamorado, prometiendo volver, nos vamos para el hotel a cenar y descansar, temprano, ya que mañana nos espera un día agotador. 600 Kms desde Tallin hasta Vilnius (o Vilna), capital de Lituania, última parada de nuestro viaje que ya se acerca a su fin. 600 Kms en bus, que por las carreteras de esta zona y el límite de velocidad de las mismas (no se puede superar los 90 Kms/h), se calculan entre las 11 y 12 horas de viaje, también teniendo en cuenta que tenemos 2 paradas programadas, una en Letonia (sí, volvemos a cruzar Letonia, desde Estonia, camino de Lituania, toma ya.... en el mismo día...) más concretamente en la localidad de Rundale, y también en Siauliai, en el norte de Lituania, donde visitaremos el monte de las cruces, para llegar, por fin, lo que no se es a que hora, a Vilnius, la capital lituana. Saldremos del hotel a las 6:15, de la mañana!!!!! Así que nada, os dejo hasta mañana, con la satisfacción de haber conocido una ciudad con un encanto tan especial como Tallin. Espero volver.
Hasta la próxima Bloxperiencia.
domingo, 15 de septiembre de 2013
sábado, 14 de septiembre de 2013
Diario de Viaje Países Bálticos: Jornada 5 - Tallin
Hoy es 22 de Agosto de 2013.
Son las 7:30, y es hora de levantarse. Han sido muchos Kms hasta llegar a Tallin, y nos espera un día entero para conocerla. Primero, lógicamente, hay que cargar energías, y el desayuno-buffet del hotel no tiene desperdicio, con muchas más opciones, si cabe, que en Riga, y un salón más grande y por lo tanto sin los problemas de buscar, esperar y cojer sitio. Comienza bien el día.
Tras reponer fuerzas, nos montamos en el bus y comienza nuestra visita turística con un primer paseo panorámico, primero rodeando el casco antiguo, alrededor de su muralla medieval, para luego ir saliendo a las afueras del casco histórico. Llegamos a los alrededores de Kadriorg, un parque enorme, con jardines inmensos, preciosos, y cuyo principal atractivo es el palacio de los zares, Pedro y Catalina. No daré muchos más detalles, ya que esta zona la visitaremos mañana, así que hasta aquí puedo leer...
Nuestra visita en bus acaba en Pirita, zona marítima, situada a 2Kms de Tallin, desde donde se pueden disfrutar de unas vistas magníficas de la ciudad, tanto la parte antigua, como la moderna, o disfrutar de la playa (no penséis en playas de arenas finas como las nuestras, en Cádiz, sino el concepto de playa, de acumulación de agua para bañarte... y poco más). Como curiosidad, Pirita, es decir, Tallin, fue subsede olímpica, en los juegos olímpicos de Moscú 1980, concretamente la sede de la competición de vela. Aún hoy está activo el puerto marítimo, y las instalaciones donde se alojaron los deportistas, hoy en día la mayoría son hoteles.
Regresamos a Tallín ciudad, a su casco histórico, para ya andando, conocer todo lo que esta parte de la ciudad tiene que mostrarnos. Indicar que el casco histórico de Tallin se conserva como fue construida en su origen, haya por el siglo XIII, cuando en 1219 los daneses ocuparon la zona, de hecho, Tallin, en estonio significa ciudad danesa. El casco urbano del centro de la ciudad se divide en dos, la parte alta, situada en una pequeña colina (la zona alta se denomina Troompea) y la parte baja, a los pies de dicha colina. Comenzamos nuestro paseo por la parte alta, donde visitamos en primer lugar la catedral ortodoxa rusa del siglo XIX, de Alejandro Nevski. Es llamativa por sus cúpulas y los mosaicos de la fallada. Ya dentro, está llena de iconos de familias nobles de la ciudad. Justo enfrente de la catedral, en la misma plaza, se situa el palacio del gobierno, donde se encuentra el parlamento del país. En la actualidad lo están reformando, pero aún así se ve un edificio precioso.
Continuando nuestro callejear, llegamos a través de calles estrechas y asfaltadas con piedra, como suelen ser las calles medievales, a la Plaza de la Iglesia, llamada así porque es donde se encuentra la Catedral de María, de características luteranas, y que data entre los siglos XV y XVIII. En su interior están sepultados personajes importantes de la ciudad. Llama la atención los numerosos escudos hechos de madera, que llenan las paredes del interior de la iglesia, por lo demás, poco detallista.
Seguimos nuestro recorrido a través de las calles preciosas de Tallin, y llegamos a uno de los varios miradores que tiene la ciudad en esta parte alta del casco antiguo. Las vistas son increíbles. Llenos de gente, turistas, realizando la foto individual, de pareja o grupo, característica, con las torres de iglesias y edificios antiguos, en un primer plano, con la silueta de los edificios modernos al fondo. Hay que verlo.
Tras el mirador, bajamos por una calle de escalones a través de la muralla de la ciudad, para llegar a la parte baja, donde seguimos nuestro recorrido, entrando en la ciudad medieval a través de una de las puertas antiguas, aún en pie, de dicha época, y que aún conserva su estructura inicial, incluyendo sus torres, las cuales protegían la entrada de la ciudad. A partir de aquí, explicar como es el centro de Tallín es un intento fallido por mi parte. Edificios preciosos, antiguos, algunos mejor conservados que otros, calles únicas, e iglesias y edificios imponentes. Llama la atención el pasaje de Santa Catalina, un pasaje, una calle, a la cual se accede a través de una puerta en un edificio, y que te lleva directamente a un viaje en el tiempo, muy coqueta, muy bien cuidada, y en cuyas paredes, de la calle, están expuestas trozos de piedra original de la catedral, varias veces destruida, y reconstruida, por lo que se ve.
Nuestra visita guiada, termina en la plaza del ayuntamiento. Si bonito ha sido llegar hasta aquí, esta plaza ya es lo máximo. Antigua plaza del mercado (en época medieval), es el corazón de la ciudad, del casco histórico, todas las calles llevan a ella, y es el punto de unión de todo lo demás. En la torre del ayuntamiento (que parece una iglesia) se puede ver una veleta, símbolo de la ciudad, y que tiene el nombre popular de Tomás el Viejo. La plaza está llena de vida, rodeada de bares, restaurantes y tiendas de recuerdos y souvenirs, y llena, llena de gente de muchos lugares. Esta plaza tiene magia, tiene algo especial. Me encanta.
Una vez llegados aquí, tenemos que reponer fuerzas, primero entrando en un bar, especializado en cervezas, donde probamos la cerveza con miel, bueno, prueban, que a mi la cerveza no me llama la atención, pero dicha cerveza es originaría de aquí, y es típico probarla, entre muchas otras. Posteriormente, ya con idea de almorzar, entramos en un restaurante irlandés, recomendados por unos compañeros del viaje, a los cuales acompañamos. Quizás no sea un restaurante local, estonio quiero decir, pero la comida está muy buena, y el precio decente. Todos salimos muy contentos de dicho restaurante.
Seguimos nuestro recorrido, visitando aquellas zonas que aún no conocemos, como otra entrada a la ciudad medieval, donde hay una torre más baja que las demás, pero más grande, más ancha. Se denomina, Margarita la Gorda. Visitamos la iglesia Oleviste, ó de San Olaf, consagrada al rey Olaf II de Noruega, durante el siglo XII, tiempo en el que fue considerado el edificio construido por el hombre, más alto del mundo conocido, con una torre de más de 120 metros. Fue el centro de la ciudad, hasta su conquista por los daneses, en 1219. También visitamos la farmacia del municipio, situada en la plaza del ayuntamiento, y que data de 1422, siendo una de las pocas farmacias que siguen funcionando desde el medievo, y por tanto considerada una de las más antiguas del mundo. Tras visitar de nuevo el barrio alto, para ver otra vez, ya con menos gente esta parte de la ciudad (indicar que los cruceros de turistas se suelen ir a las 5 de la tarde, y las calles de la ciudad se quedan mucho más vacías a partir de esas horas), finalizamos nuestra visita en el mirador del hotel Seridon, un hotel de reciente creación, fuera del casco antiguo, fuera de las murallas medievales, pero muy cerca de dichas calles, y en cuya planta 24 tiene un bar al aire libre, desde como os podéis imaginar por las alturas, hay unas vistas increíbles de todo el golfo de Finlandia (recordar que estamos a tan sólo 80Kms de Helsinki, aunque lógicamente, por muy alto que estemos, no se ve). Nos recomendaron este lugar para visualizar la puesta de sol, para ver como se esconde el sol en el horizonte del mar Báltico, dejando a toda la ciudad antigua con una luz anaranjada de fondo, que junto a las líneas de la ciudad, con todas sus torres e iglesias, o incluso la formada por la muralla de la ciudad, dan una visión increíble, fantástica, de la ciudad, lo cual acaba por conquistar al visitante, al menos conmigo lo ha conseguido, si ya de por sí su casco antiguo medieval ya no lo hubiera realizado durante el día.
Tras esta increíble puesta de sol, única, nos dirigimos de nuevo a nuestro hotel, para descansar y recuperar fuerzas para el día siguiente, también en Tallín. Tenemos intención de visitar Kadriorg, como comenté anteriormente, pero ya os daré más detalle manaña.
Hasta la próxima Bloxperiencia.
Son las 7:30, y es hora de levantarse. Han sido muchos Kms hasta llegar a Tallin, y nos espera un día entero para conocerla. Primero, lógicamente, hay que cargar energías, y el desayuno-buffet del hotel no tiene desperdicio, con muchas más opciones, si cabe, que en Riga, y un salón más grande y por lo tanto sin los problemas de buscar, esperar y cojer sitio. Comienza bien el día.
Tras reponer fuerzas, nos montamos en el bus y comienza nuestra visita turística con un primer paseo panorámico, primero rodeando el casco antiguo, alrededor de su muralla medieval, para luego ir saliendo a las afueras del casco histórico. Llegamos a los alrededores de Kadriorg, un parque enorme, con jardines inmensos, preciosos, y cuyo principal atractivo es el palacio de los zares, Pedro y Catalina. No daré muchos más detalles, ya que esta zona la visitaremos mañana, así que hasta aquí puedo leer...
Nuestra visita en bus acaba en Pirita, zona marítima, situada a 2Kms de Tallin, desde donde se pueden disfrutar de unas vistas magníficas de la ciudad, tanto la parte antigua, como la moderna, o disfrutar de la playa (no penséis en playas de arenas finas como las nuestras, en Cádiz, sino el concepto de playa, de acumulación de agua para bañarte... y poco más). Como curiosidad, Pirita, es decir, Tallin, fue subsede olímpica, en los juegos olímpicos de Moscú 1980, concretamente la sede de la competición de vela. Aún hoy está activo el puerto marítimo, y las instalaciones donde se alojaron los deportistas, hoy en día la mayoría son hoteles.
Regresamos a Tallín ciudad, a su casco histórico, para ya andando, conocer todo lo que esta parte de la ciudad tiene que mostrarnos. Indicar que el casco histórico de Tallin se conserva como fue construida en su origen, haya por el siglo XIII, cuando en 1219 los daneses ocuparon la zona, de hecho, Tallin, en estonio significa ciudad danesa. El casco urbano del centro de la ciudad se divide en dos, la parte alta, situada en una pequeña colina (la zona alta se denomina Troompea) y la parte baja, a los pies de dicha colina. Comenzamos nuestro paseo por la parte alta, donde visitamos en primer lugar la catedral ortodoxa rusa del siglo XIX, de Alejandro Nevski. Es llamativa por sus cúpulas y los mosaicos de la fallada. Ya dentro, está llena de iconos de familias nobles de la ciudad. Justo enfrente de la catedral, en la misma plaza, se situa el palacio del gobierno, donde se encuentra el parlamento del país. En la actualidad lo están reformando, pero aún así se ve un edificio precioso.
Continuando nuestro callejear, llegamos a través de calles estrechas y asfaltadas con piedra, como suelen ser las calles medievales, a la Plaza de la Iglesia, llamada así porque es donde se encuentra la Catedral de María, de características luteranas, y que data entre los siglos XV y XVIII. En su interior están sepultados personajes importantes de la ciudad. Llama la atención los numerosos escudos hechos de madera, que llenan las paredes del interior de la iglesia, por lo demás, poco detallista.
Seguimos nuestro recorrido a través de las calles preciosas de Tallin, y llegamos a uno de los varios miradores que tiene la ciudad en esta parte alta del casco antiguo. Las vistas son increíbles. Llenos de gente, turistas, realizando la foto individual, de pareja o grupo, característica, con las torres de iglesias y edificios antiguos, en un primer plano, con la silueta de los edificios modernos al fondo. Hay que verlo.
Tras el mirador, bajamos por una calle de escalones a través de la muralla de la ciudad, para llegar a la parte baja, donde seguimos nuestro recorrido, entrando en la ciudad medieval a través de una de las puertas antiguas, aún en pie, de dicha época, y que aún conserva su estructura inicial, incluyendo sus torres, las cuales protegían la entrada de la ciudad. A partir de aquí, explicar como es el centro de Tallín es un intento fallido por mi parte. Edificios preciosos, antiguos, algunos mejor conservados que otros, calles únicas, e iglesias y edificios imponentes. Llama la atención el pasaje de Santa Catalina, un pasaje, una calle, a la cual se accede a través de una puerta en un edificio, y que te lleva directamente a un viaje en el tiempo, muy coqueta, muy bien cuidada, y en cuyas paredes, de la calle, están expuestas trozos de piedra original de la catedral, varias veces destruida, y reconstruida, por lo que se ve.
Nuestra visita guiada, termina en la plaza del ayuntamiento. Si bonito ha sido llegar hasta aquí, esta plaza ya es lo máximo. Antigua plaza del mercado (en época medieval), es el corazón de la ciudad, del casco histórico, todas las calles llevan a ella, y es el punto de unión de todo lo demás. En la torre del ayuntamiento (que parece una iglesia) se puede ver una veleta, símbolo de la ciudad, y que tiene el nombre popular de Tomás el Viejo. La plaza está llena de vida, rodeada de bares, restaurantes y tiendas de recuerdos y souvenirs, y llena, llena de gente de muchos lugares. Esta plaza tiene magia, tiene algo especial. Me encanta.
Una vez llegados aquí, tenemos que reponer fuerzas, primero entrando en un bar, especializado en cervezas, donde probamos la cerveza con miel, bueno, prueban, que a mi la cerveza no me llama la atención, pero dicha cerveza es originaría de aquí, y es típico probarla, entre muchas otras. Posteriormente, ya con idea de almorzar, entramos en un restaurante irlandés, recomendados por unos compañeros del viaje, a los cuales acompañamos. Quizás no sea un restaurante local, estonio quiero decir, pero la comida está muy buena, y el precio decente. Todos salimos muy contentos de dicho restaurante.
Seguimos nuestro recorrido, visitando aquellas zonas que aún no conocemos, como otra entrada a la ciudad medieval, donde hay una torre más baja que las demás, pero más grande, más ancha. Se denomina, Margarita la Gorda. Visitamos la iglesia Oleviste, ó de San Olaf, consagrada al rey Olaf II de Noruega, durante el siglo XII, tiempo en el que fue considerado el edificio construido por el hombre, más alto del mundo conocido, con una torre de más de 120 metros. Fue el centro de la ciudad, hasta su conquista por los daneses, en 1219. También visitamos la farmacia del municipio, situada en la plaza del ayuntamiento, y que data de 1422, siendo una de las pocas farmacias que siguen funcionando desde el medievo, y por tanto considerada una de las más antiguas del mundo. Tras visitar de nuevo el barrio alto, para ver otra vez, ya con menos gente esta parte de la ciudad (indicar que los cruceros de turistas se suelen ir a las 5 de la tarde, y las calles de la ciudad se quedan mucho más vacías a partir de esas horas), finalizamos nuestra visita en el mirador del hotel Seridon, un hotel de reciente creación, fuera del casco antiguo, fuera de las murallas medievales, pero muy cerca de dichas calles, y en cuya planta 24 tiene un bar al aire libre, desde como os podéis imaginar por las alturas, hay unas vistas increíbles de todo el golfo de Finlandia (recordar que estamos a tan sólo 80Kms de Helsinki, aunque lógicamente, por muy alto que estemos, no se ve). Nos recomendaron este lugar para visualizar la puesta de sol, para ver como se esconde el sol en el horizonte del mar Báltico, dejando a toda la ciudad antigua con una luz anaranjada de fondo, que junto a las líneas de la ciudad, con todas sus torres e iglesias, o incluso la formada por la muralla de la ciudad, dan una visión increíble, fantástica, de la ciudad, lo cual acaba por conquistar al visitante, al menos conmigo lo ha conseguido, si ya de por sí su casco antiguo medieval ya no lo hubiera realizado durante el día.
Tras esta increíble puesta de sol, única, nos dirigimos de nuevo a nuestro hotel, para descansar y recuperar fuerzas para el día siguiente, también en Tallín. Tenemos intención de visitar Kadriorg, como comenté anteriormente, pero ya os daré más detalle manaña.
Hasta la próxima Bloxperiencia.
domingo, 8 de septiembre de 2013
Diario de Viaje: Países Bálticos: Jornada 4 - Riga - Sigulda - Turaida - Cuevas de Gutmanís - Parnü - Tallin
Hoy es 21 de Agosto de 2013.
6:30 --- Arriba!!!!! Sí, a las 6:30. Hoy tenemos día de autobús, por lo que hay que levantarse temprano. Además, tras la experiencia de ayer en el desayuno, queríamos estar a las 7, de los primeros, en el restaurante del hotel, cuando abren, pero nuestro gozo en un pozo. Hay una excursión de alemanes alojados en el hotel, que deben irse también temprano, porque sino no entiendo como pueden estar haciendo cola ya a las 7, desde la salida del ascensor.... Bueno, con la experiencia de ayer aprendida, cojemos sitio antes de elegir la comida, y una vez con sitio, con más tranquilidad, nos disponemos a elegir cada uno lo que desea de las diferentes opciones que tenemos y de este modo almacenar fuerzas para el largo día que tenemos por delante.
Hoy abandonamos Riga, y Letonia en general, haremos noche ya en Estonia, en su capital, Tallin, pero previo a la llegada final, haremos varias paradas. El primer lugar que visitamos, yendo ya en autobús por la autovía A2 es Sigulda, situada a 26 Kms de Riga. A medida que salimos de la capital letona, tomo conciencia de su gran tamaño, y de lo extenso de su territorio. Ayer, viendo sólo su casco histórico pensé que no era tan grande, pero está visto que me equivoqué. Grandes avenidas, grandes palacios y edificios, la mayoría estatales para uso del gobierno, y zonas industriales abandonadas, con viejas factorías de producción industrial de la época comunista soviética, como digo hoy en día abandonadas.
Poco a poco, vamos dejando atrás Riga, y vamos llegando a Sigulda. La autovía es amplía, pero mal asfaltada, nada que ver con las autovías españolas (para que luego nos quejemos)... eso sí, el paisaje es espectacular, bosques, bosques, y más bosques. Todo es verde por aquí. Ah!!! no he dicho que hoy ha salido el sol, no llueve, cosa milagrosa. Según nos comenta nuestro guía es complicado acertar la climatología en Letonia, y pocos días de verano son los que no llueve al menos un poco (o un mucho, como ayer, jejeje), así que, oh! milagro, aprovechemos el día de hoy.
Como digo nos dirigimos a Sigulda y Turaida, dos poblaciones pequeñas situadas en el parque natural del río Gauja, en el norte del país. Es una zona en la que antiguamente vivían los príncipes, tanto alemanes, como rusos, y tienen por tanto varios castillos para visitar. Nuestra primera parada es en la iglesia de Sigulda, luterana, muy simple, hecha casi toda de madera, y muy, muy austera, además de ser muy pequeña, parece una capilla. Tras esta visita, recorremos parte del parque natural (increíble lo verde que está todo y la belleza de sus bosques, inmensos, se pierden los árboles hacía el infinito...), para dirigirnos hacia el castillo de Turaida.
Es un hermoso castillo medieval, de estilo gótico, construido en 1214. A destacar la iglesia de madera más antigua de la zona, así como su cementerio, donde se encuentra la tumba de Maija, la llamada Rosa de Turaida. Cuenta la leyenda, que una niña huerfana fue encontrada después de una cruenta batalla al principio de las guerras suecas, en 1601, y fue criada por el personal del castillo. Al crecer, ella se enamoró del hijo del jardinero, y se reunían en una cueva (que visitaremos luego) para dar rienda suelta a su amor. Al final de las guerras suecas, en 1620, un soldado desertor polaco pidió asilo en Turaida, y al ver a la joven Maija, se enamoró de ella, y le pidió que se fuera con él a Polonia. Como ella lo rechazó, él no soportó que lo dejara por un simple jardinero, y acabó con la vida de la joven y bella Maija. La enterraron en estos parajes, y hoy día es lugar de peregrinación de las parejas enamoradas letonas, que desean con su visita que su amor se prologue como el de Majia y Víctor (el hijo del jardinero), y lógicamente se ha convertido en un sitio muy turístico.
Hay que decir del castillo, que gran parte de él, ya se ha recuperado, en concreto más del 40% de su estado original, cuando en él vivía el Obispo de Turaida.
Tras visitar el castillo, nos dirigimos al lugar donde Maija y Víctor se veían a escondidas. Vamos en bus, aunque se encuentre a sólo 1 Km de Turaida. Situada entre sus bosques, hay una oquedad, un orificio (yo no lo puedo llamar cueva) donde se encontraban los dos enamorados, a escondidas de los demás. Dicho lugar se llama Las Cuevas de Gutmanís, y es la cueva más profunda en los Países Bálticos (pues menos mal, los bálticos fliparan con las cuevas de Altamira, por ejemplo, que si son cuevas como Dios manda... esto es un boquete muy grande en una ladera de un monte, pero bueno, no le quitemos el encanto al lugar...). Tiene 19 metros de profundidad. Llama la atención como en las paredes de la cueva hay firmas en la piedra por todos lados, firmas de gente que ha pasado por allí, como esculpidas en la roca (fácil de modificar por lo que se ve, yo lo intenté con las manos y no pude hacer nada, se ve que hará falta alguna herramienta punzante...) Hay firmas que datan de 1795 hasta nuestros días, sobre todo de parejas enamoradas, con sus nombres dentro de corazones, como enamorados por siempre, al igual que nuestros personajes de la leyenda, Maija y Víctor.
Tras tanta visita, y tanto amor, ya tenemos mariposas en el estomago, pero por hambre, son las 1 de la tarde, y nos dirigimos a comer. El lugar elegido es un restaurante familiar, llamado El jardín del Sol, donde en honor al astro rey, todas las camareras van vestidas de amarillo, menos una, de negro, que sería la jefa, digo yo, ya que era la que tomaba nota. Se comió muy bien. Sopa de verduras y carne de entrada, pescado con verduras y patatas de primer plato, y postre, helado con trozos de melón, sandía y uva. Además, se nos invitó a un chupito de licor de Riga, un licor con grado de alcohol muy alto, superior al 40%, pero por lo visto muy bueno para aliviar muchas enfermedades, ya que está realizado entre 26 tipos de hierbas medicinales. Al terminar de almorzar la gracia estuvo en que algunos se fijaron en la cantidad de manzanos que había plantados en la finca del restaurante, y al guía no se le ocurre otra cosa que decir que son comestibles y que podemos coger alguna. No hombre no!!!, a un grupo de españoles no les digas que pueden tomar algo gratis, porque lo cogerán, jejejeje... y allí que nos pusimos casi todos, todos mejor dicho a coger manzanas, casi todas verdes, ácidas, pero buenas dentro de lo que cabe. Pues nada, manzanas como segundo postre.
Con el estomago ya callado, nos montamos de nuevo en el autobús, donde nos esperan dos horas de viaje hacia nuestra siguiente parada, ya en Estonia, la localidad costera de Parnü. Estas dos horas transcurren a través de una autovía que en España sería casi una carretera comarcal, atravesando pequeños pueblos, muy mal asfaltada, pero de nuevo, compensada con unos paisajes preciosos, siempre rodeados por bosques, ríos y verde, mucho verde.
Parnü es un pequeño pueblo marítimo, al sur de Estonia, el cual es muy visitado en verano. Es un pueblo muy pequeño, con las típicas casas de madera de estos lares, cada una de un color distinto a la de al lado, muy coqueto. Es un sitio muy concurrido por aquellos estonios que tienen en este lugar de veraneo, su segunda casa, la de verano logicamente. También vienen a este pueblo muchos finlandeses y rusos, que aún tienen sus casas de la época de la unión soviética, muy baratas económicamente en el momento de la independencia de Estonia, y auténticas gangas para las economía de los paises ricos de la zona.
Paramos un ratito e incluso bajamos a la playa, de arena fina, y de aguas muy, muy poco profundas, es mas parecido a un lago, aunque no lo sea, estamos hablando del Mar Báltico. Yo me metí hasta las rodillas, y para ello tuve que andar bastantes metros. No estuvimos más de 20 minutos en la playa de Parnü.
Vamos tarde, son ya las 6 de la tarde, y aún quedan más de 2 horas en bus para llegar a Tallin. Las carreteras de Estonia parecen mejor condicionadas que las de Letonia, al menos están mejor asfaltadas. Sobre las 20:30 el autobús nos deja en nuestro hotel de Tallin. Está a las afueras, cerca del aeropuerto, pero con un centro comercial al lado, que nos permitirá comprar comida o comer en sus restaurantes, y tenemos justo enfrente una parada de bus que lleva directamente al centro, por lo que no nos desagrada estar lejos del centro, pero como ya es muy tarde y tenemos la cena preparada de antemano porque no sabíamos a que hora íbamos a llegar y que nos encontraríamos, nos quedamos en el hotel, descansamos de tantos kilómetros en autobús, y nos preparamos para visitar y conocer mañana Tallín, la cual espero nos reciba sin lluvia, la cual hoy nos ha respetado.
Hasta la próxima Bloxperiencia.
6:30 --- Arriba!!!!! Sí, a las 6:30. Hoy tenemos día de autobús, por lo que hay que levantarse temprano. Además, tras la experiencia de ayer en el desayuno, queríamos estar a las 7, de los primeros, en el restaurante del hotel, cuando abren, pero nuestro gozo en un pozo. Hay una excursión de alemanes alojados en el hotel, que deben irse también temprano, porque sino no entiendo como pueden estar haciendo cola ya a las 7, desde la salida del ascensor.... Bueno, con la experiencia de ayer aprendida, cojemos sitio antes de elegir la comida, y una vez con sitio, con más tranquilidad, nos disponemos a elegir cada uno lo que desea de las diferentes opciones que tenemos y de este modo almacenar fuerzas para el largo día que tenemos por delante.
Hoy abandonamos Riga, y Letonia en general, haremos noche ya en Estonia, en su capital, Tallin, pero previo a la llegada final, haremos varias paradas. El primer lugar que visitamos, yendo ya en autobús por la autovía A2 es Sigulda, situada a 26 Kms de Riga. A medida que salimos de la capital letona, tomo conciencia de su gran tamaño, y de lo extenso de su territorio. Ayer, viendo sólo su casco histórico pensé que no era tan grande, pero está visto que me equivoqué. Grandes avenidas, grandes palacios y edificios, la mayoría estatales para uso del gobierno, y zonas industriales abandonadas, con viejas factorías de producción industrial de la época comunista soviética, como digo hoy en día abandonadas.
Poco a poco, vamos dejando atrás Riga, y vamos llegando a Sigulda. La autovía es amplía, pero mal asfaltada, nada que ver con las autovías españolas (para que luego nos quejemos)... eso sí, el paisaje es espectacular, bosques, bosques, y más bosques. Todo es verde por aquí. Ah!!! no he dicho que hoy ha salido el sol, no llueve, cosa milagrosa. Según nos comenta nuestro guía es complicado acertar la climatología en Letonia, y pocos días de verano son los que no llueve al menos un poco (o un mucho, como ayer, jejeje), así que, oh! milagro, aprovechemos el día de hoy.
Como digo nos dirigimos a Sigulda y Turaida, dos poblaciones pequeñas situadas en el parque natural del río Gauja, en el norte del país. Es una zona en la que antiguamente vivían los príncipes, tanto alemanes, como rusos, y tienen por tanto varios castillos para visitar. Nuestra primera parada es en la iglesia de Sigulda, luterana, muy simple, hecha casi toda de madera, y muy, muy austera, además de ser muy pequeña, parece una capilla. Tras esta visita, recorremos parte del parque natural (increíble lo verde que está todo y la belleza de sus bosques, inmensos, se pierden los árboles hacía el infinito...), para dirigirnos hacia el castillo de Turaida.
Es un hermoso castillo medieval, de estilo gótico, construido en 1214. A destacar la iglesia de madera más antigua de la zona, así como su cementerio, donde se encuentra la tumba de Maija, la llamada Rosa de Turaida. Cuenta la leyenda, que una niña huerfana fue encontrada después de una cruenta batalla al principio de las guerras suecas, en 1601, y fue criada por el personal del castillo. Al crecer, ella se enamoró del hijo del jardinero, y se reunían en una cueva (que visitaremos luego) para dar rienda suelta a su amor. Al final de las guerras suecas, en 1620, un soldado desertor polaco pidió asilo en Turaida, y al ver a la joven Maija, se enamoró de ella, y le pidió que se fuera con él a Polonia. Como ella lo rechazó, él no soportó que lo dejara por un simple jardinero, y acabó con la vida de la joven y bella Maija. La enterraron en estos parajes, y hoy día es lugar de peregrinación de las parejas enamoradas letonas, que desean con su visita que su amor se prologue como el de Majia y Víctor (el hijo del jardinero), y lógicamente se ha convertido en un sitio muy turístico.
Hay que decir del castillo, que gran parte de él, ya se ha recuperado, en concreto más del 40% de su estado original, cuando en él vivía el Obispo de Turaida.
Tras visitar el castillo, nos dirigimos al lugar donde Maija y Víctor se veían a escondidas. Vamos en bus, aunque se encuentre a sólo 1 Km de Turaida. Situada entre sus bosques, hay una oquedad, un orificio (yo no lo puedo llamar cueva) donde se encontraban los dos enamorados, a escondidas de los demás. Dicho lugar se llama Las Cuevas de Gutmanís, y es la cueva más profunda en los Países Bálticos (pues menos mal, los bálticos fliparan con las cuevas de Altamira, por ejemplo, que si son cuevas como Dios manda... esto es un boquete muy grande en una ladera de un monte, pero bueno, no le quitemos el encanto al lugar...). Tiene 19 metros de profundidad. Llama la atención como en las paredes de la cueva hay firmas en la piedra por todos lados, firmas de gente que ha pasado por allí, como esculpidas en la roca (fácil de modificar por lo que se ve, yo lo intenté con las manos y no pude hacer nada, se ve que hará falta alguna herramienta punzante...) Hay firmas que datan de 1795 hasta nuestros días, sobre todo de parejas enamoradas, con sus nombres dentro de corazones, como enamorados por siempre, al igual que nuestros personajes de la leyenda, Maija y Víctor.
Tras tanta visita, y tanto amor, ya tenemos mariposas en el estomago, pero por hambre, son las 1 de la tarde, y nos dirigimos a comer. El lugar elegido es un restaurante familiar, llamado El jardín del Sol, donde en honor al astro rey, todas las camareras van vestidas de amarillo, menos una, de negro, que sería la jefa, digo yo, ya que era la que tomaba nota. Se comió muy bien. Sopa de verduras y carne de entrada, pescado con verduras y patatas de primer plato, y postre, helado con trozos de melón, sandía y uva. Además, se nos invitó a un chupito de licor de Riga, un licor con grado de alcohol muy alto, superior al 40%, pero por lo visto muy bueno para aliviar muchas enfermedades, ya que está realizado entre 26 tipos de hierbas medicinales. Al terminar de almorzar la gracia estuvo en que algunos se fijaron en la cantidad de manzanos que había plantados en la finca del restaurante, y al guía no se le ocurre otra cosa que decir que son comestibles y que podemos coger alguna. No hombre no!!!, a un grupo de españoles no les digas que pueden tomar algo gratis, porque lo cogerán, jejejeje... y allí que nos pusimos casi todos, todos mejor dicho a coger manzanas, casi todas verdes, ácidas, pero buenas dentro de lo que cabe. Pues nada, manzanas como segundo postre.
Con el estomago ya callado, nos montamos de nuevo en el autobús, donde nos esperan dos horas de viaje hacia nuestra siguiente parada, ya en Estonia, la localidad costera de Parnü. Estas dos horas transcurren a través de una autovía que en España sería casi una carretera comarcal, atravesando pequeños pueblos, muy mal asfaltada, pero de nuevo, compensada con unos paisajes preciosos, siempre rodeados por bosques, ríos y verde, mucho verde.
Parnü es un pequeño pueblo marítimo, al sur de Estonia, el cual es muy visitado en verano. Es un pueblo muy pequeño, con las típicas casas de madera de estos lares, cada una de un color distinto a la de al lado, muy coqueto. Es un sitio muy concurrido por aquellos estonios que tienen en este lugar de veraneo, su segunda casa, la de verano logicamente. También vienen a este pueblo muchos finlandeses y rusos, que aún tienen sus casas de la época de la unión soviética, muy baratas económicamente en el momento de la independencia de Estonia, y auténticas gangas para las economía de los paises ricos de la zona.
Paramos un ratito e incluso bajamos a la playa, de arena fina, y de aguas muy, muy poco profundas, es mas parecido a un lago, aunque no lo sea, estamos hablando del Mar Báltico. Yo me metí hasta las rodillas, y para ello tuve que andar bastantes metros. No estuvimos más de 20 minutos en la playa de Parnü.
Vamos tarde, son ya las 6 de la tarde, y aún quedan más de 2 horas en bus para llegar a Tallin. Las carreteras de Estonia parecen mejor condicionadas que las de Letonia, al menos están mejor asfaltadas. Sobre las 20:30 el autobús nos deja en nuestro hotel de Tallin. Está a las afueras, cerca del aeropuerto, pero con un centro comercial al lado, que nos permitirá comprar comida o comer en sus restaurantes, y tenemos justo enfrente una parada de bus que lleva directamente al centro, por lo que no nos desagrada estar lejos del centro, pero como ya es muy tarde y tenemos la cena preparada de antemano porque no sabíamos a que hora íbamos a llegar y que nos encontraríamos, nos quedamos en el hotel, descansamos de tantos kilómetros en autobús, y nos preparamos para visitar y conocer mañana Tallín, la cual espero nos reciba sin lluvia, la cual hoy nos ha respetado.
Hasta la próxima Bloxperiencia.
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