domingo, 31 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 13 (Verona-Milan)

Aprovechando que hoy es el último día de viaje, y que la próxima noche la pasamos en un aeropuerto, y que por lo tanto no tenemos hostal, nos quedamos en el hostal de Moncelise, durmiendo, lo máximo que podemos, y nos despertamos a las 11:30 de la mañana. Como es tan tarde, pasamos de desayunar, obligando a callar el apetito, y esperamos a la hora del almuerzo, y comer en la hora italiana, para encontrar restaurantes abiertos (de 12 a 14 horas) y así que no nos pasara como ayer, a nuestra llegada a Padua. Así que cogemos de nuevo carretera y manta, camino de Verona.



En Verona paramos para almorzar, y visitar lo típico de esta ciudad, a saber, su foro (teatro) romano, muy bien conservado, el cual se utiliza como lugar para actuaciones musicales o de teatro (había carteles anunciando actuaciones de Antonio Gades y Sara Baras para final de agosto, OLE!!), la plaza del Erbe (plaza típica italiana con su mercado donde se puede encontrar de todo, desde fruta y bebidas, hasta recuerdos de la ciudad), plaza situada junto al palacio regional (donde hay un monumento a Dante), y haciendo esquina con la calle donde se encuentra la casa de Julieta (si, la misma de la obra de Shakespeare, Romeo y Julieta).



Cansados, y pasando mucha calor, dejamos Verona, para (antes de llegar a Milán) parar de nuevo en el pueblo de Sirmione (¿Lo recordáis? Sitio turístico con un castillo, rodeado por un lago precioso). Ya pasamos por aquí en el viaje de ida a Croacia, y se nos quedó la espinita de no poder bañarnos en el lago, así que a la vuelta nos hemos quitado esa espinita. Pasamos allí la tarde, refrescandonos, relajándonos, y tras el baño, paseando de nuevo por el pueblo, disfrutando de un buenísimo helado tradicional italiano (que de camino, nos quitó el mal sabor de boca que nos habían dejado el "supuesto" helado tradicional italiano que probamos en Mostar, que no eran helados ni nada que se le parecieran).



Ya anocheciendo, volvemos a la autopista (de pago, claro, esto es Italia) y llegamos a Milán, donde hacemos la última parada turística del viaje, visitando su famosa Catedral (el Duomo), impresionante, la verdad, sus increíbles calles que la rodean, y que convergen a través de la plaza, llena de tiendas de glamour (nos sorprendió entre tanto "pijerío" encontrarnos con un McDonalds), y vimos también el famoso teatro de Milán (la Scala de Milán). La foto corresponde a la catedral.



Tras pasear por los alrededores de la impresionante Catedral, nos vamos, con pena, ya definitivamente para Malpensa, uno de los aeropuertos de Milán, para, ya de madrugada, comenzar nuestra gymkana particular de regreso, comenzando con intentar dormir en el aeropuerto (cosa que conseguimos a medias solo durante una hora), coger el avión hacia Madrid a las 06:30 de la mañana, llegar a Madrid, recorrertela de norte a sur, a través del metro, hasta llegar a la estación de autobuses, donde a las 11 de la mañana nos espera el autobús de regreso a Jerez, el cual, tras más de 6 horas en carretera, y 642 Kms, nos deja en Jerez a las 18:00 horas, en casita, ya para dar por acabo el viaje y descansar de estos 14 días, intensos, pero gratificantes.

Espero os haya gustado. A mi personalmente me ha agradado compartir con vosotros mi experiencia, la cual espero tener la suerte de poder repetir, en algún otro lugar, lo más pronto posible.

Boj Boj (adiós en Croata). El viaje, ha concluido.

sábado, 30 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 12 (Padova)

Hoy nos despertamos mejor que ayer. Conseguimos descansar bien, y estamos de mejor humor para afrontar la jornada de despedida de Croacia. Antes de irnos, damos una vuelta por el centro de Rijeka, y confirmamos que es una ciudad básicamente industrial y comercial, que tiene poco que ofrecer al turista, salvo museos y alguna iglesia.

Partimos pronto hacia Italia, pasando cerca de Triestre, y previo paso por Eslovenia, ya que tenemos que cruzar unos pocos Kms de nuevo por este país, para llegar desde Croacia a Italia. El hostal de hoy, está en la localidad de Moncelise, a 20 Kms de Padua (Padova), en el norte de Italia. El pueblo es pequeño, y casi no se ve a nadie por las calles. Llegamos al hostal, que es enorme, y salvo a la parejita del viaje, que le dan habitación propia en la primera planta, a los demás nos alojan en una habitación enorme, de la tercera y última planta, donde había nada más y nada menos que 40 camas (muchas eran literas).... la habitación es enorme, con tanta cama, y tanto armario al lado de cada cama. Tanta cama solo para 3 personas... porque no había nadie mas alojado en esa habitación...

Total... tras dejar las maletas en el hostal, nos vamos a buscar algún sitio para almorzar, pero, amigo, esto es Italia (¿recordáis la que liamos al llegar con las carreteras...?), pues con los restaurantes igual. Aquí no se fijan en los turistas... ellos tienen sus horas establecidas para almorzar, que son de 12:00 a 14:00 horas, y claro, sin son las 16 horas, pues te lo encuentras todo cerrado. Bares, chinos, restaurantes, pizzerías...., todo, así que tras dar muchas vueltas por Padova (que fue donde fuimos a comer) nos conformamos con entrar en un centro comercial que hay en las afueras. Yo, aunque no tenía ganas, entre en el McDonald, pero los demás, fueron a un restaurante donde había buffet. Podías elegir la cantidad que quisieras de la comida que ya estaba servida... es decir, que estaba fría, con lo cual, a pesar de todo, al final yo volví a acertar, porque los demás, dejaron comida en la mesa.



Tras "comer" vamos al centro de Padova, a conocer los principales monumentos de la ciudad. Destaca una plaza enorme (no recuerdo el nombre), redonda, rodeada de decenas de estatuas, donde aprovechamos para echar un rato la siesta, y descansar en el césped de la plaza. Tras dicho descanso, fuimos a ver la iglesia de San Antonio de Padua.



El interior de esta iglesia es espectacular, con unas pinturas increíbles, unas capillas preciosas... vamos, impresionante. Además, destaca sobretodo el lugar donde dicen tienen los restos del mártir, del santo, de san Antonio de Padua. Tras ver la iglesia, seguimos paseando por el centro de la ciudad, callejeando, hasta llegar a la Piazza del Duomo y la Piazza de la Signora (situadas en todo el centro de la ciudad). Aquí ya se notaba otro ambiente, con más gente, tomando copas, helados, o simplemente, disfrutando del lugar.



Tras patearnos de nuevo el centro, para volver al punto de partida (la gran plaza llena de estatuas) y regresar al coche (todo el paseito por el centro de Padua nos llevó unas 3 horas), muy cansados, regresamos al hostal, previo paso por una localidad (Arquá Petrarca), que nos dijeron que era muy bonito, medieval.... nos encontramos con 3 casas jugando al "tute" distribuidas en una calle muy empinada, que había que subir, y subir, y subir... para llegar arriba (no se, con la esperanza de ver un castillo o algo similar, a poder ser medieval) y lo único que encontramos fue un parque, con unas vistas muy bonitas, eso sí.




Total... más cansados todavía (y cerca de las 11 de la noche ya) regresamos a Moncelise, donde nos encontramos con la sorpresa de que en la plaza del pueblo había fiesta, con un concierto de música y todo (cantaron salsa) y con toda (la poca) peña del pueblo en la plaza. Por lo visto, son las fiestas de verano del pueblo. Nosotros, cansados, estuvimos poco tiempo. Regresamos al hostal tras la cena en un chino (te los encuentras en todos lados, si este pueblo es pequeñísimo...), y tras unas partidas a las cartas, para relajarnos un poco, nos vamos a la cama (yo tenía 40 donde elegir), y recargar de nuevo las pilas para afrontar la última jornada de viaje. La próxima cama donde duerma, ya será la de mi casa. Pero... el viaje aún no ha acabado.

jueves, 28 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 11 (Rijeka - Pula)

La madrugada de ayer fue larga para algunos de nosotros. Ayer, para almorzar cuando llegamos a Zadar, entre otras cosas, le pusimos a los bocadillos salchichón, el cual lleva con nosotros de viaje desde el primer día, y por lo visto, se ha cansado antes que nosotros, y se ha despedido a lo grande. No voy a entrar en detalles, para no ser escatologico, pero de los 5, 3 hemos caído, y han visitado mas de la cuenta al señor Roca durante la madrugada.

Ya por la mañana, con la resaca de la noche, partimos hacia Rijeka. Conduzco yo, ya que al no haber comido salchichón, pues es el que en mejores condiciones está, aunque luego me voy turnando con Jesús, ya que de nuevo, hoy hacemos unos cuantos Kms. Por el camino, paramos en una cala, en un pueblo cerca de la localidad de Senj, para refrescarnos del calor. Pero de la cala, solo disfrutamos Jesús y yo, ya que el resto aún continua con la resaca ya contada anteriormente.

Desde Senj hasta Rijeka, todo es carretera, así que por aquí poco que contar. Indicar de todos modos, y esto ha ocurrido durante todo el viaje, nos hemos encontrado con buenas carreteras, buenas autopistas (de peaje, eso sí) y buenas infraestructuras en general (hemos flipado con los túneles, algunos de 5 y 6 Kms de longitud, gracias a los cuales, atravesamos las cadenas montañosas que están junto a la costa, pasando al norte del país).

Llegamos a Rijeka, y entre que seguimos algunos en mal estado, y que Rijeka es una ciudad industrial, que ofrece poco al turismo, nos quedamos descansando un poco en el hostal, donde solo almorzamos fruta (eso el que almuerza), tras lo cual, 4 de nosotros (Isaias no tenía fuerzas y prefiere quedarse en el hostal), nos vamos a la búsqueda de playas, por la península de Istra, situada al noroeste de Croacia, y Rijeka es el punto de unión con el resto del país. En concreto vamos a la ciudad de Pula, situada a 90 Kms de Rijeka.

Íbamos con la esperanza (la verdad es que yo iba mal informado) de encontrar playas de arena. Ya estábamos cansados de tanta cala y tanta roca, pero en toda Croacia, ni siquiera en Pula, encontramos playas de ese tipo. Llegamos a una zona, donde el agua hace entrante en la ciudad, y parece más un estanque que una playa. Agua caliente, hay que andar cientos de metros para que el agua te cubra... nos recordó a Valdelagrana, pero peor, y más grande. (con todos mis respetos a la playa de Valdelagrana).



Total... que nos faltó poco para irnos, y pasar por el centro de la ciudad de Pula, el cual también nos decepcionó. Pula tiene un coliseo romano, que está la mitad en conservación, con gradas y estructuras de hierro, y la otra mitad al aire libre.



Por lo demás, la ciudad tiene poco que ofrecer (o no supimos verlo). Desanimados, y sobre todo cansados, alguno aún no recuperado del todo del "accidente" con el salchichón, regresamos a Rijeka, (tarde, eran ya cerca de las 10 de la noche), donde del tirón, vamos directos a la cama. Isaias se encuentra mejor.

Hoy ha sido un día ... "tonto". El cansancio, por no decir el salchichón, ha hecho mella en nosotros, aunque incluso en eso hemos tenido suerte, ya que hemos venido a caer en la ciudad donde menos había que ver (por no decir nada...), así que en realidad no nos ha importado mucho. Mañana dejamos Croacia, aunque parece que no nos vamos a despedir como quisiéramos. De todo modos, el país nos ha encantado, sus paisajes, sus ciudades, sus gentes... todo el viaje, incluso las últimas 24 horas, han merecido la pena. Bog Croacia. Adiós Croacia. Hola Italia.

martes, 26 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 10 (Zadar)

Nos despertamos temprano, para dar una nueva (y última) vuelta por la calle principal de la zona turística de la ciudad de Mostar. Hay pocas tiendas abiertas, y el puente es casi para nosotros solos. Hacemos algunas compras de última hora y cogemos el coche para dirigirnos hacia Metkovic. Nos despedimos de Mostar.



Cuando llegamos a Metkovic, comprobamos con alegría que nuestro Ford sigue donde lo dejamos, y que podemos continuar con nuestro viaje sin percances. Hoy nos toca otro día largo de carretera, ya que tenemos cerca de 250 Kms por delante aún, y el tramo de carretera de la costa, como ya os he contado, es precioso, pero con mucho tráfico, sinuoso y no permite grandes velocidades. Además, hace mucha calor (ya llevamos varios días así), por lo que de camino a Zadar (nuestro punto de alojamiento hoy) nos paramos en la localidad costera de Makaskar, para darnos un baño en una de sus playas. Antes de llegar, nos encontramos por el camino, paisajes preciosos, pero que por tiempo, no podemos pararnos a visitar.



Tras refrescarnos, volvemos a la carretera, para, ya de forma más rápida, por autopista de nuevo, sobre las 16:30 llegar a Zadar, donde rápidamente encontramos nuestro alojamiento, que está justo en la periferia de Zadar. Tras almorzar unos bocadillos (que traerán cola, ya os contaré), sigue haciendo tanto calor, que nos vamos a alguna playa que nos ofrezca la ciudad, pero como ocurre en la mayoría de pueblos y ciudades croatas que hemos visitado, aquí el concepto de playa son acantilados, piedras y rocas junto al agua. En una cala, nos dimos un baño para mitigar el calor, pero al no sentirnos a gusto en la cala, regresamos a la casa, para asearnos, y de nuevo, ya con menos calor, por la tarde, visitar el centro de Zadar.



Como otras ciudades, Zadar tiene un centro antiguo, con murallas que lo rodean, de época medieval, hoy en día llena de tiendas, bares y puntos de regalos, que le dan vida a la ciudad. Al primer sitio que fuimos fue a su paseo marítimo (tras callejear un poco por el centro histórico). En este paseo dicen que se puede ver uno de los atardeceres más bonitos del mundo, y, bueno, no puedo comparar mucho, pero precioso es, y de lejos. El sol es anaranjado, pero no se ve, sino que se difumina en el horizonte, con el mar color azul cristal, con las islas del adriático de fondo, y con un sonido muy especial, que relaja muchísimo, tanto vista, como oído, dando una tranquilidad y belleza que pocos sitios mas tendrán.



Lo del sonido, es precioso, y un poco difícil de explicar. Al final del paseo marítimo, hay una zona, con escalones, donde te puedes sentar a visualizar el atardecer. Bajo esos escalones, han construido unos túneles de viento, pequeños, con diferentes frecuencias, por el cual, entra el agua, con más o menos fuerza, dependiendo de la corriente, generando un sonido, más grave o más agudo, en función de dicha fuerza. Así funciona el órgano marino del paseo marítimo de Zadar.



Al final del paseo, hay también una zona, como decir, sorprendente, donde el suelo está lleno de luces, donde en función también de la fuerza de la corriente que lleva el agua que entra por debajo, las luces van cambiando de color. Vamos, como si estuviéramos en una discoteca, pues igual.



Del resto de Zadar, poco más. Hay zonas en las que han encontrado ruinas romanas, pero actualmente están trabajando en ellas, y no son accesibles. Sin embargo, en otras zonas, hay trozos de esos descubrimientos romanos, que forman parte de la calle, están al aire libre, y puedes tocarlos (y sin son pequeños incluso llevártelos), así que no entiendo porque en algunas zonas lo delimitan y en otras no, pero bueno. Destacar la plaza de la iglesia de Santiago, con su torre, a la cual se puede subir, y visualizar Zadar desde las alturas.



El centro de Zadar, como ya os digo, tiene vida. Bares y restaurantes llenos, muchas tiendas y tenderetes de regalos y recuerdos de la ciudad, e incluso en alguna esquina, músicos y grupos tocando en directo, y mucha, mucha gente, aunque se podía pasear sin mucho agobio. Tras comes unas pizzas, y una mazorca de maíz tostada (muy propio del lugar, porque encontramos varios puestos), regresamos a nuestro alojamiento, para descansar, ya que mañana también nos esperan bastantes Kms de carretera, hacia Rijeka, nuestra última noche en Croacia. Esto, parece que no, pero poco a poco, se va acabando.

domingo, 24 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 9 (Mostar)

Hoy toca levantarse temprano. A las 6:30 ya estamos en planta. Tenemos desplazamiento largo y ademas cambio de coche. Me explico. La compañía de alquiler del coche que llevamos desde Italia, no nos permite pasar a Bosnia, por lo que para poder visitar Mostar, el día que viajábamos hacia Dubrovnik, nos paramos en las localidades de Plôce y Metkovik (¿recordáis que os dije que ya os lo explicaría?), pueblos muy cercanos a la frontera con Bosnia, y por tanto, las mejores opciones para alquilar otro coche por un día, para pasar desde Croacia a Bosnia. Al final, por precio, y por estar justo en la misma frontera, decidimos alquilarlo en Metkovik, en concreto un Citroen C5. Nos salió un poco más caro de lo que queríamos (pagamos 75 euros. Podéis comparar con el otro coche, por el que hemos pagado 470 euros por 13 días de viaje, sale a 36,15 euros por día). Total, que en Metkovic (a 100 Kms de Dubrovnik) dejamos el Ford para coger el Citroen y entrar en Bosnia.



Este país fue uno de los más castigados por Serbia en la guerra de los balcanes, y eso se nota nada más entrar. Carreteras en mal estado (al menos mucho peor que en Croacia, la carretera nacional sería una comarcal de aquí), túneles sin terminar y sin iluminar, y casas totalmente destruidas (o la mayoría de ellas en reconstrucción) por los pueblos por los que pasábamos, hacia Mostar, cuya llegada fue desoladora. Yendo hacia el centro vimos una ciudad semi-derruida. Por cada edificio en pie, te encontrabas dos destruidos. Nada que ver con lo que os conté de lo que vimos en las calas de Patika, cerca de Dubrovnik. Esto tuvo que ser un infierno. Monumentos destruidos, edificios quemados, casas con ventanales rotos y sin techos... un horror. Pensando que quizás no tendríamos que haber venido, y tras localizar alojamiento para pasar la noche, fuimos hacia el principal atractivo turístico de la ciudad. El puente Viejo (Stari Most), de origen medieval, y que fue destruido en 1993, y reconstruido por los cascos azules españoles tras la guerra, y que permite conectar la parte occidental de la ciudad con la oriental.



Al llegar a esta zona, nuestra percepción de la ciudad (al menos en lo que se refiere a esta parte) cambió por completo. Atravesar ese puente es entrar en una ciudad totalmente distinta, llena de encanto, con cientos de tiendas, bares, mezquitas (abundan mucho en la ciudad) y un bullicio de gente que te hace ver que la ciudad intenta resurgir. El puente en sí, quizás, en sí parece lo de menos (aunque es el símbolo de la ciudad), pues las calles y rincones que ves a partir de él, parece la puerta de enlace a una ciudad oriental, del islam (a mi me recordó mucho al albaicín de Granada).



Decidimos dedicarle más tiempo a la ciudad por la tarde, ya que el calor estos días es abrasador, y a falta de playas en esta zona, buenos son los ríos que tiene, para refrescarte del calor. Tras varias búsquedas infructuosas, dimos, en la localidad de Buna (a unos 15 Kms de Mostar) con un río en lo que antes debió ser un área de descanso o camping, y que estaba lleno de gente (suponemos de la misma localidad, porque los únicos sorprendidos por lo que veíamos eramos nosotros, y dábamos el cante de que eramos guiris desde lejos). Con la calor que hacía, no nos importó las bajas temperaturas del agua del río, es más, se agradeció.



En un recodo del río, descubrimos un restaurante con una terraza pegada a él (y cuando digo pegada es algo literal, de la mesa podías ir al río a esperar que te sirvieran o que llegara lo que habíamos pedido). Decidimos almorzar allí. Comprobamos que no era muy caro, y el sitio era genial. Excepto yo, que no soy admirador de probar cosas nuevas (aunque esté en otro país), todos se pidieron platos típicos de la zona, o con nombres que no indicaban lo que el plato contenía (al estar en bosnio) y se lanzaron a pedir, pero a medida que llegaban los platos, se comprobaba que las decisiones habían sido acertadas. Todo estaba muy bueno, y no se dejó nada en los platos. Incluso pedimos ancas de rana (dios!!!... ranas!!!), con esas patitas tan escuálidas, con tan poca carne, como si fuera un pajarito, pero me lo hicieron probar, y he de reconocer que tienen un sabor único.



Tras el impresionante almuerzo que tuvimos (por la calidad de la comida y el lugar del mismo) seguimos con nuestra búsqueda de otro río o lago dónde seguir bañándonos, pero no nos fue posible encontrarlo, así que regresamos a Mostar, y nos bañamos debajo del puente. Allí se baña poca gente, por lo que se ve. Puede ser por lo fría que está el agua, por la fuerte corriente que lleva, o porque la gente no lo cuida como debería, pero a nosotros todo eso nos dio igual, y aunque fuera sólo junto a la orilla, para no regresar a Croacia por el río, por culpa de la corriente, allí que nos bañamos. Era impresionante pensar que te estabas bañando en un río bajo un puente que hace sólo 15 años fue bombardeado y destruido. La gente que pasaba por encima del puente nos saludaba desde arriba.



Tras tanto baño, y tanto río, regresamos a la casa a descansar, y tras asearnos un poco, regresar al puente (ahora por arriba, claro está) y ver como la zona turística que descubrimos por la mañana, se engalanaba por la noche, y hacía multiplicar el encanto que tiene esta zona de la ciudad. Tras ir un poco de tiendas, buscando regalos, y descubrir más calles y rincones de la ciudad que el calor del día no nos permitió descubrir por la mañana, cenamos en un restaurante de la zona (comida rápida, que quizás no es la mejor, ni es comida propia del país, pero es rápida y barata), tras lo cual regresamos a la casa, para descansar.

CONSEJO: No probéis los helados "italianos" que te venden por la zona. No son italianos... es mas, no son helados (por mucho que lo parezcan antes de comprarlos).



Ha sido un día muy largo, y muy intenso, y mañana espera otro día de mucha carretera, con más de 300 Kms hacia Zadar. Regresamos a Croacia. Nos iremos con un cariño especial hacia Mostar, una ciudad preciosa donde se hace tangible que la belleza está en el interior (también en las ciudades) y donde quieren olvidar un pasado reciente, que aún es palpable en el presente. Nos vamos enamorados de esta ciudad.

jueves, 21 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 8 (Dubrovnik)

Hoy toca visitar la que dicen es una de las ciudades más bellas del mundo (dicen que la segunda, tras Venecia). Os hablo de Dubrovnik (la perla del Adriatico), y os puedo asegurar que no se quedan cortos.



Tras desayunar, directamente vamos hacia Dubrovnik, sorprendidos y maravillados por su belleza, que es visible desde antes de llegar, con las vistas que ofrece la carretera antes de llegar. La ciudad antigua, está amurallada en su totalidad, y pertenece a la época de la edad media. Tuvimos problemas para aparcar, ya que son calles estrechas y nos encontramos con mucho garaje privado, pero con paciencia, encontramos aparcamiento cerca de una de las entradas que hay a través de las murallas.



Ni que decir tiene que al ser domingo, la ciudad estaba repleta, y nos llamó la atención la cantidad de españoles con los que nos encontrabamos. Sobre la ciudad, que deciros, impresionante. Su puerto marítimo (con barcos y cruceros enormes), su catedral, su calle principal (Stradum), lleno de bares y tiendas, y sus cientos de calles pequeñas, escondidas, que suben y bajan a lo largo de la ciudad, y te van permitiendo ir descubriendo sus detalles y sus encantos.




Nosotros, entre calle y calle, dimos con una puerta en una muralla,que daba a una cala espectacular, al lado del puerto marítimo y enfrente de una de las cientos de islas que tiene esta zona del adriatico. No podiamos pasar por esa cala, sin pegarnos un buen baño. En la cala había un bar, y bastante gente, así que no se trataba de un descubrimiento único por nosotros, pero el chapuzón nos quitó la calor que teníamos, y el agua estaba buenisima.



Tras este refrescante baño, seguimos descubriendo la ciudad, sus calles, monumentos, iglesias, intentando mantener en la retina toda la belleza que la ciudad despliega. Antes de regresar a nuestra casa a descansar y almorzar, paramos, ya saliendo de Dubrovnik, en otra cala cercana para bañarnos en ella. Fuimos a una zona llamada Patika. Allí nos impresionó ver edificios totalmente abandonados, destruidos, quemados..., que nos encontramos antes de llegar a la cala. Luego nos enteramos que esa zona fue area militar durante la guerra, y fue destruida por los serbios. Ya en Dubrovnik vimos algunas casas destruidas y otras con agujeros de metralla, ademas de techos destruidos, y zonas en ruinas (todo eso a pesar de ser ciudad patrimonio universal de la Unesco desde 1979), pero lo que vimos en la cala nos dejó impresionados. Te deja ver lo horrible que tuvo que ser esa guerra, y el infierno que sería lo que ahora es un paraiso turístico y natural.



Tras nuestro baño, regresamos a la casa, y por la tarde fuimos de nuevo en busca de nuevas calas por descubrir y conocer, y así mitigar el calor sofocante que estabamos pasando esos días. Ya atardeciendo, regresamos de nuevo a Dubrovnik para ver la ciudad de noche, y si bonita es de día, no os podeis imaginar como es de noche. Sus principales rincones iluminados, barcos y cruceros iluminados en su puerto, y un ambiente increible, con cientos de bares y restaurantes llenos de gente, muchas tiendas aún abiertas, y un concierto en su plaza principal, que animaba a todo el mundo que por allí nos encontrabamos.



Tras dar una vuelta por la ciudad, regresamos a la casa, ya para cenar y descansar de un día agotador. Mañana cambiamos de nuevo de país, ya que vamos a visitar Mostar, una de las principales ciudades de Bosnia.

martes, 19 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 7 (Llegada a Dubrovnik)

Hoy salimos temprano. Son las 9 de la mañana y ya estamos en carretera. El siguiente destino es Dubrovnik, y hay más de 200 Kms de distancia. Viajamos a través de la carretera que bordea toda la costa adriática. Entre que la autovía entre Split y Dubrovnik no está acabada, y que nos informaron de la belleza de la carretera de la costa, decidimos ir a Dubrovnik por esta última.



Buf!! Eso si, hay que armarse de paciencia. Carreteras con curvas continuas, subiendo montañas, bajándolas, y cruzando múltiples pueblos, que ralentizan muchísimo el viaje, a veces incluso con colas de varios minutos parados, por los semáforos y la cantidad de coches que hay en dichos pueblos. Pero todo merece la pena, por las vistas. Frente la costa podemos ver islas grandes, islas chicas, calas, playas..., todo bordeando a la vez una gran cadena montañosa, que está junto al mar. Algo increíble.



Con paciencia vamos llegando a nuestro destino, tras 6 horas de viaje en coche. También hay que decir que paramos a desayunar, y ademas nos detuvimos en dos pueblos (Plôce y Metkovic), que nos hizo desviarnos de nuestro camino, y perder algo de tiempo. Aún así, las 4 horas de viaje desde Split, no nos la quitaba nadie. Lo que hicimos en Plôce y Metkovic os lo explicaré otro día.

Al llegar tan tarde, en realidad a Dubrovnik no nos ha dado tiempo a verla, solo de lejos por la carretera, ya que decidimos dirigirnos directamente primero al hostal, que son las 16:30 y no hemos almorzado. Nuestro hostal (una casa familiar, donde alquilan el piso superior), es la mejor en la que hemos estado hasta el momento. Habitaciones limpias, dos cuartos de baño y ...., tachan, tachan.... cocina completamente amueblada y terraza.... bien!!!!!!! Todo un lujo. La casa se encuentra en la localidad de Srebreno, a 6 Kms de Dubrovnik.

Como digo, al llegar tan tarde, decidimos dejar la visita a Dubrovnik para mañana, y disfrutar de las playas del lugar, que son muy parecidas a las que ya comenté el día de Split.



El hecho de disfrutar de la playa, y no salir de noche a ningún sitio, nos permitió esa tarde, por primera vez en el viaje, parar un poco, y disfrutar de la cocina de la casa, con una gran cena (algo calentito, por fin, recién cocinado por nosotros mismos), que nos permite recargar las pilas y recuperar fuerzas para todo lo que aún nos queda. Mañana, por lo pronto, Dubrovnik.

domingo, 17 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 6 (Split)



Nos levantamos temprano, ya que la distancia hacia Split es larga desde Plitvice. Como la casa donde hemos dormido esta noche no tiene cocina, desayunamos en un pueblecito que nos cogía de camino, en un parque donde nos comimos, entre otras cosas, un melón ambientador (resulta que el melón se compró ayer en Slurj, y lo dejamos en el coche toda la tarde... cuando fuimos a montarnos tras la cena, imaginaros a que olía en el coche...). Con el estomago contento, seguimos nuestro camino hacia Split, por buenas carreteras, en su mayor parte autovías (recorrimos el que pensamos es el túnel más largo de Europa, con cerca de 6,4 Kms de longitud). Antes de llegar a Split, hacemos parada en la ciudad medieval, patrimonio de la Unesco, Trogir, ciudad medieval de la que nos habían hablado muy bien, pero que al final no resultó para tanto (puede que influyera la calor que hacía, y que solo pensábamos en llegar a Split para bañarnos en sus playas).



Trogir es una ciudad pequeña, vieja, de la época medieval, ubicada en un islote, llena de bares y restaurantes, muy caros. Lo único que quizás nos gustó fue el mercado de frutas y verduras (principalmente) que había en las afueras. (Luego ya hemos comprobado que este tipo de mercados es muy típico en todos los pueblos de Croacia).

Salimos de Trogir, ya sí por fin hacía Split, a la que llegamos muertos de hambre, tras una guimkana que realizamos para encontrar la calle del hostal. Resulta que las indicaciones que llevábamos eran correctas, pero la calle no aparecía. Tras varias vueltas cerca del hostal (de esto nos enteramos después, claro está) paramos a preguntar en una empresa de transporte que encontramos cerca. Uno de los trabajadores, muy amable, en lugar de indicarnos, llamó directamente al hostal (cosa que pensábamos hacer si seguíamos sin encontrar la calle)... A las 16:30 aparece por la empresa de transporte el dueño del hostal, con una pinta de ex-militar, que no se la quita nadie, y con la impresión de no discutirle nada, le seguimos hasta el hostal, que resultó ser su casa, donde alquila habitaciones. Allí, con la compañía de su encantadora madre, el hombre parece más amable, y nos enseña la casa, y nos enseña como movernos por Split. Tras dejar las maletas, y almorzar de nuevo bocadillos, nos vamos a la playa de Split.



Como podéis haber notado por el vídeo, resulta que en Croacia, no hay playas como a las que estamos acostumbrados por aquí, no son grandes y de arena, sino que son pequeñas (suelen ser calas o acantilados), con muchas piedrecitas, o incluso como la de Split, de cemento, sobre el que la gente se pone a tomar el sol, y a bañarse (esto en el agua, lógicamente). En Croacia en realidad no hay costa, como en España. Hay tantas islas enfrente, y tantos entrantes de agua, que forman muchas bahías, sobre acantilados, y así suelen ser las playas de esta zona. Alguna hay de arena fina, pero suelen estar en las propias islas, más erosionadas por el viento y el oleaje del Adriático.

Tras nuestra tarde de playa, vamos a visitar el centro de Split. Aquí ocurre como con los lagos de Plitvice, las palabras no bastan para describirlo. Primero te encuentras con un mercado enorme en el que puedes comprar de todo, frente al puerto marítimo, muy bonito, moderno, de noche muy iluminado, y por donde te puedes pasear, gracias a su bello paseo marítimo, lleno de bares y restaurantes donde tomar una copa, o comer algo que te apetezca. Si te adentras en el mercado, te metes de lleno en las calles del centro de Split, las cuales se remontan a la época romana, donde te encuentras de todo, casas particulares, tiendas, restaurantes y bares, entre ruinas, monumentos y demás restos romanos. La gente vive en las ruinas. Las casas están habilitadas para vivir en ellas, o tenerlas como tienda o como bar, rodeados de capiteles, columnas y ruinas de casas romanas. Alguna parte es de época medieval, por lo que ya el contraste es total. Muy fuerte. Y muy bonito.



Es precioso, y muy chocante, la verdad, ver en el mismo edificio, en la planta baja una tienda normal, actual, y la pared o el resto del edificio, lleno de restos de murallas romanas, o medievales, rodeado de calles y calles del mismo estilo, incluso con balcones, con ropa tendida. Tan ricamente. ¿te imaginas vivir en una casa de 2000 años de antigüedad?



Lo más destacado es el palacio de Dioclesiano, (foto vertical anterior) que hoy es la catedral de Split (eso sí, la catedral más pequeña que yo he visto, parece más bien una capilla), asentada sobre restos romanos, y rodeados de calles de época romana (con columnas, esfinges, figuras, capiteles, etc...), pero también de calles del siglo XII y XII, con plazas enormes, junto a calles muy estrechas, pequeñas, y todo como un poco laberíntico.

Tras patearnos tanta y tanta calle, tan bonitas y con tanta historia, mientras se está disfrutando de una gran helado, nos vamos marchando al hostal, para descansar un poco. Tras asearnos, de nuevo, regresamos al centro de Split para conocer la marcha de la ciudad de noche. Llama la atención de nuevo los restos romanos, más bellos aún si cabe con la luz nocturna, y me sorprende, como siendo las 12 de la noche, siguen abiertos algunos puestos de venta de frutas y verduras del mercado.



Tras una cena en un bar de comida rápida, con un camarero muy desagradable, lo peor de la ciudad de lejos..., y un último paseo por la playa principal de Split (que de noche se convierte en sitio de marcha para los jovenes y los turistas de la ciudad) (se me olvidó decir que esta playa tiene bandera azul), nosotros regresamos al alojamiento, esta vez sí, para dar por concluido el día, que ha cundido bastante. Mañana de nuevo nos espera bastante carretera, siguiendo por la costa, hacia el sur, hacia Dubrovnik.

viernes, 15 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 5 (Lagos de Plitvice)

Tras desayunar, y ver como nuestras compañeras de habitación, iban despertándose de su invernación, de nuevo cogemos carretera y manta, continuando con nuestro viaje. Hoy nos espera un paraje considerado parque natural. Me refiero a los lagos de Plitvice:



Tras dos horas de carretera, primero dejamos las maletas en el hostal. Es una casa habitable, muy cómoda, y en un lugar muy tranquilo, en un pueblecito de pocas casas. Partimos hacia los lagos y tras solo 8 kms, llegamos a ellos. A primera vista parece un parque más, con mucha arboleda, pero dentro te espera una sorpresa.



Tras comprar los tickets (por cierto, pagamos la mitad. La entrada valía 15 euros, pero pagamos la entrada de niños, 8 euros. Indicamos que eramos estudiantes, y nos pidieron los carnets. Los dos de la cola empezaron a llamar a los otros 3, para coger los carnets, los cuales no teníamos, pero con el jaleo que formamos llamándonos, y la cola que había, la señora se lo pensó y dijo, vale!!, con dos carnets me valen... y cogió solo los dos que de verdad tenían carnets, jejeje,... de nuevo la picaresca española...). Al entrar al parque tienes que elegir que recorrido haces, los hay cortos de 2-3 horas, y los hay largos, de 6-8 horas. Elegimos el que mezclando autobús y barco, nos permitía ver todo el parque entre 4 y 6 horas. El autobús nos deja en la parte más alta del camino. En nuestro autobús, viajaban una excursión de ingleses del inserso (o eso parecían), así que al bajarnos del autobús, nos paramos y aprovechamos para almorzar nuestro pedazo de bocadillo (hamburguesa con queso y tomate) para hacer tiempo, y dejar a los abuelitos ingleses por delante, y empezar nosotros a recorrer el parque con tranquilidad y a nuestro propio paso. (Explicar que por allí no puedes andar por donde quieras, sino que hay un camino de madera, en el que caben como mucho dos personas juntas, por lo que ir al paso de un montón de abuelitos, podría retrasar nuestra marcha).



Tras almorzar, comenzamos nuestra ruta, y vas viendo poco a poco, la grandiosidad y belleza del lugar. Lagos grandes, lagos chicos, ríos que los unen, cascadas grandes, cascadas chicas, cascadas anchas, cascadas estrechas,..., todo tipo de cascadas, que van apareciendo en cada recodo del camino, a veces de madera, a veces de tierra y barro, que te va permitiendo ver el parque. La verdad que me faltan palabras para describirlo todo, incluso con la cantidad de fotos y vídeos que haces del lugar, lo único que se puede decir es: VE A VERLO!!!



Ver el parque son varias horas de senderismo, así que ese día, el día que vengáis, recarga antes las pilas, y ve con zapatos y ropa cómoda. El único momento de relax, depende de la ruta elegida, en nuestro caso es el viaje en barco, que atraviesa el lago mayor de todos, y que dura unos 10 minutos, pasando de la zona alta, a la zona digamos menos alta del parque.



Lo dicho, explicar el día en los lagos, no se puede. Hay que visitarlos y vivirlo. Te encuentras gente durante todo el recorrido, subiendo, bajando, descansando, echando fotos... (cogimos a nuestros abuelitos ingleses, a la altura del embarcadero del lago que os comenté antes). Unido a la belleza del lugar, destacar sus animales. Vimos gran cantidad de peces, de distintos tamaños y colores, y muchas aves, sobre todo patos, y la tranquilidad y belleza con la que te encuentras en varios puntos del recorrido... no tiene precio.



Tras 5 horas de caminata, regresamos al punto de comienzo, y tras una merecida merienda, que nos ayuda a recargar las pilas, vamos a un pueblecito a 30 Kms de los lagos (Slurj). Esta mañana, en la ida hacia los lagos, ya pasamos por dicho pueblo, y nos fijamos que por él pasaba un río, el cual es usado por sus habitantes como lugar de baño, y como en los lagos no te dejan bañarte porque está prohibido, allá que regresamos al río para quitarnos la espinita, y de camino darnos un buen chapuzon y refrescarnos del calor que hacía. Nos quedamos como nuevos. Aprovechamos la estancia en la localidad, para comprar fruta y cenar. Elegimos un restaurante que tenía muy buena pinta, y donde nos hinchamos de pizza (allí hay un tamaño de pizza, llamada jumbo, que es más grande que una familiar, y nosotros pedimos dos), ademas de ensaladas (por el tema de comer bien...). Las dos pizzas cayeron, y las ensaladas también, claro, y tuvimos la mejor cena calidad/precio que hemos tenido hasta ahora (mejor que el restaurante pijo de anoche, en Zagreb).

Con las piernas cansadas, pero el estomago lleno, regresamos al hostal, donde nos espera una reconfortante ducha y una cómoda cama. Mañana seguimos en Croacia, acercándonos ya a la costa, hacia el sur, en concreto, hacia Split. Personalmente hoy ha sido el mejor día de lo que llevamos de viaje, y me llevo un muy buen recuerdo de los lagos de Plitvice.

jueves, 14 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 4 (Ljubljana - Zagreb)

Hoy nos levantamos con sobresalto, al menos yo. Estando en el cuarto de baño (que era unisex), vamos compartido para hombres y mujeres, escucho portazos en una puerta de las duchas, y una voz femenina pidiendo auxilio (Help!! Help!!). Era una muchacha encerrada en dicha ducha, y la puerta cerrada. Yo con mi inglés de andar por casa, le indico que no se preocupe, y busco ayuda. Mientras Oscar va a recepción a buscar ayuda por parte del hostal, yo regreso al cuarto de baño, y tranquilizo a la chavala. Ella reconoce mi pésimo inglés, y se da cuenta que soy español. Resulta que ella también lo era. A todo esto, llega mi amiga Mar, y tras contarle lo que pasa, ella con una naturalidad propia de ella, empuja la puerta de la ducha, y ..., consigue abrir la puerta. Corriendo aviso a Oscar que aún no había podido decir nada en el hostal... la que estuve a punto de liar. Nada, al final la chica salio agradecida del baño, y nosotros olvidamos el asunto y nos fuimos a desayunar. Yo comprobé que no sirvo para ir de héroe, jejeje...

La mañana de este día, la dedicamos a conocer la capital, pero de día (ya la conocíamos de noche). Para ello, lo hacemos alquilando bicicletas (muy barato, 1 € cada bici durante 2 horas), y allá que nos vamos, recordando a los chicos de verano azul, (evidentemente todos sabéis a quién me tocó representar a mi.... y no es a Bea precisamente).



Lo primero que visitamos es el castillo, situado en lo alto de una colina, colina que hay que subir, lógicamente, y allí que empezamos a subir, emulando a Sastre, Valverde, Contador y demás grandes ciclistas españoles... peazo de cuesta, empinada, hacia arriba, siempre hacia arriba... veías una curva... hacia arriba.... giras a la derecha... hacia arriba.... más de uno (yo por ejemplo) lo intentó, y subió rapidito al principio, pero nos quedamos por el camino (entre ellos yo) y terminamos andando la cuestecita hacia el castillito.



Ahora, merece la pena, no tanto por el castillo, sino por las vistas de la ciudad. Increibles. El castillo no es gran cosa, pero el mirador de la ciudad es lo suficiente para dar por bueno el esfuerzo realizado.



Tras la bajada del castillo, vamos ya en plan tranquilo, paseando, recorriendo el centro de la ciudad, siempre con el río como protagonista, y sus puentes, lógicamente.

Se me ha olvidado indicar que Ljubljana tiene vida. Aparte de los típicos turistas, en el centro, había dos mercados, repletos de gente, y donde fundamentalmente podías comprar recuerdos, pero también frutas, verduras y tomar algo para desayunar (olvidaros de tostadas o dulces, aquí lo que se lleva son las pizzas, en porciones, y los sandwiches). Tras recorrer el centro, sus calles y sus puentes, y comprar algo de fruta en el mercado para recuperar fuerzas, soltamos las bicicletas, y regresamos al hostal, a por el coche, para comenzar viaje hacia Zagreb. Croacia nos espera


Indicar que Eslovenia nos ha impresionado a todos. Nada que ver con lo que uno puede pensar de un país recién separado de otro, y cercano a un conflicto bélico como fue la guerra en la ex-Yugoslavia. Como ya he comentado, es un país desarrollado, moderno, europeo, con muchas posibilidades de ocio, y con muy buenas comunicaciones. Muy bonito, rodeado por los Alpes, muy verde (como los que os enseñé ayer de la localidad de Bled) y con paisajes impresionantes. Nos despedimos de Ljubljana, la ciudad del Dragón,(el porqué de esto ya os lo miráis en el google) después de haber estado en ella dos días. Nos espera otra capital de país, Zagreb, nos espera, Croacia.

Como digo, vamos, por fin, a Croacia. Tras dos horas de autopistas, por paisajes impresionantes, llegamos a Zagreb, donde ya desde lejos se nota que es una capital, con más de un millón de habitantes. Presenta varias entradas, avenidas kilométricas, calles amplias, grandes plazas y edificios antiguos, pero bellos e impresionantes.

Nos costó llegar al hostal, pero lo conseguimos gracias a la hospitalidad de sus habitantes, indicándonos el camino a seguir. El hostal nos sorprende por su decoración. Todas sus paredes (desde el piso inferior, hasta el ático) están pintadas a mano, muy detallista. En un piso la pintada era un paisaje, con sus montañas y todo, en otro piso eran constelaciones. Era una casa de 2 plantas, muy bien aprovechada. Ademas, en nuestro dormitorio, nos encontramos la inesperada compañía de un gatito (para disgusto de Mar), al cual le gustamos, porque no paraba de meterse en nuestro cuarto, y acurrucarse en nuestras camas.



Tras dejar las maletas en el hostal, y almorzar unos pedazos de bocadillos de chorizo y salchichón, nos vamos a patear la ciudad (dos capitales de país en un solo día.. estamos locos.... jejeje). El hostal está lejos del centro, así que tenemos que usar el medio de transporte típico de aquí, el tranvía. Se supone que hay que comprar el ticket, y que tú mismo, en una máquina prevista para ello, picas dicho ticket, pero todos conocemos la picardía española, así que no creo que os extrañe el deciros que los viajes en tranvía (ida y vuelta) nos salieron gratis.

Zagreb es una ciudad antigua, dividida en dos grandes zonas, la parte alta (la más antigua, con la catedral, y llena de iglesias), y la parte baja, más moderna y capitalista. Lo bueno de nuestra visita por Zagreb, fue conocer a IviÇa, un joven croata, al cual le pedimos nos echara una foto en grupo a los 5 del viaje, en la plaza del parlamento croata. Resulta que estuvo 8 años en México (concretamente en Guadalajara), y hablaba castellano, y como le encanta en su tiempo libre ser guía de su ciudad (el tío trabaja para el gobierno, no es cualquiera, bueno, no sabemos si es importante o no, pero un cualquiera no parece), bueno, pues que se ofreció a ser nuestro guía.








Fue la caña. Un croata, que habla español, guiándonos por Zagreb. Nos contó muchas cosas, no solo sobre Zagreb, sino sobre Croacia en general, su pasado, la reciente guerra, los motivos de la misma, su presente, y sus intenciones de futuro. Nos habló de sus costumbres, y de sus gentes, ..., vamos lo que es un guía en toda regla. Estuvo encantador, como digo, tuvimos mucha suerte. Además, era muy gracioso oírle hablar en castellano, pero con latiguillos en mejicano, como decir, "ahorita", ó, "acá en Zagreb").



Tras despedirnos de nuestro amigo croata, y conocer sobre todo la parte alta de la ciudad con él, lo que es la parte baja nos la recorremos por nuestra cuenta. Parques enormes, con grandes edificios (teatros, museos, instituciones...) y fuentes, rodeadas de grandes avenidas que comunican distintas zonas de la ciudad. Antes de regresar al hostal, decidimos cenar en Zagreb, y volvemos a la parte alta, donde entramos en un restaurante de categoría (o eso al menos parece), a pesar de las pintas que llevábamos, más de playa, que de ir a cenar a dicho restaurante). Allí la gente estaba muy arreglada, en su mayoría, y al principio nos dió un poco de corte, pero que coño..., entramos. Las mesas estaban muy bien decoradas, y el lugar tenía un ambiente de categoría, con luces en el techo, a través de sus paredes de madera, y con música de ambiente en directo.



Nada más pedir, vimos, por los precios de la carta, y la actitud del camarero hacia nosotros, que igual nuestra vestimenta no era la indicada, pero igualmente empezamos a pedir platos (el camarero insistía en que cada uno pidiera primer plato, segundo plato y postre, y se sorprendió de que solo pidiéramos 5 platos, uno cada uno, para compartirlo entre todos, y probar un poco de todo...), ademas, la carta era un lío, con platos que solo servían en invierno, otros solo en verano, total..., un lío. Pero comimos muy bien, y conseguimos no salirnos mucho del presupuesto estipulado antes de entrar. La comida buena, pero nos llamó la atención un plato, que era una especie de rebozado con nata o queso fundido en su interior, pero que sabía a churros.



Nos vamos, pagando con tarjeta, supongo para alivio del camarero, y cogiendo de nuevo el tranvía, gratis por supuesto, regresamos al hostal. Allí, compartimos habitación con dos lirones (dos chicas inglesas, creemos) que ya estaban dormidas a las 23 horas cuando llegamos, y seguían dormidas cuando salimos del hostal al día siguiente, a las 10 de la mañana, pero eso ya lo contaré mañana.