sábado, 30 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 12 (Padova)

Hoy nos despertamos mejor que ayer. Conseguimos descansar bien, y estamos de mejor humor para afrontar la jornada de despedida de Croacia. Antes de irnos, damos una vuelta por el centro de Rijeka, y confirmamos que es una ciudad básicamente industrial y comercial, que tiene poco que ofrecer al turista, salvo museos y alguna iglesia.

Partimos pronto hacia Italia, pasando cerca de Triestre, y previo paso por Eslovenia, ya que tenemos que cruzar unos pocos Kms de nuevo por este país, para llegar desde Croacia a Italia. El hostal de hoy, está en la localidad de Moncelise, a 20 Kms de Padua (Padova), en el norte de Italia. El pueblo es pequeño, y casi no se ve a nadie por las calles. Llegamos al hostal, que es enorme, y salvo a la parejita del viaje, que le dan habitación propia en la primera planta, a los demás nos alojan en una habitación enorme, de la tercera y última planta, donde había nada más y nada menos que 40 camas (muchas eran literas).... la habitación es enorme, con tanta cama, y tanto armario al lado de cada cama. Tanta cama solo para 3 personas... porque no había nadie mas alojado en esa habitación...

Total... tras dejar las maletas en el hostal, nos vamos a buscar algún sitio para almorzar, pero, amigo, esto es Italia (¿recordáis la que liamos al llegar con las carreteras...?), pues con los restaurantes igual. Aquí no se fijan en los turistas... ellos tienen sus horas establecidas para almorzar, que son de 12:00 a 14:00 horas, y claro, sin son las 16 horas, pues te lo encuentras todo cerrado. Bares, chinos, restaurantes, pizzerías...., todo, así que tras dar muchas vueltas por Padova (que fue donde fuimos a comer) nos conformamos con entrar en un centro comercial que hay en las afueras. Yo, aunque no tenía ganas, entre en el McDonald, pero los demás, fueron a un restaurante donde había buffet. Podías elegir la cantidad que quisieras de la comida que ya estaba servida... es decir, que estaba fría, con lo cual, a pesar de todo, al final yo volví a acertar, porque los demás, dejaron comida en la mesa.



Tras "comer" vamos al centro de Padova, a conocer los principales monumentos de la ciudad. Destaca una plaza enorme (no recuerdo el nombre), redonda, rodeada de decenas de estatuas, donde aprovechamos para echar un rato la siesta, y descansar en el césped de la plaza. Tras dicho descanso, fuimos a ver la iglesia de San Antonio de Padua.



El interior de esta iglesia es espectacular, con unas pinturas increíbles, unas capillas preciosas... vamos, impresionante. Además, destaca sobretodo el lugar donde dicen tienen los restos del mártir, del santo, de san Antonio de Padua. Tras ver la iglesia, seguimos paseando por el centro de la ciudad, callejeando, hasta llegar a la Piazza del Duomo y la Piazza de la Signora (situadas en todo el centro de la ciudad). Aquí ya se notaba otro ambiente, con más gente, tomando copas, helados, o simplemente, disfrutando del lugar.



Tras patearnos de nuevo el centro, para volver al punto de partida (la gran plaza llena de estatuas) y regresar al coche (todo el paseito por el centro de Padua nos llevó unas 3 horas), muy cansados, regresamos al hostal, previo paso por una localidad (Arquá Petrarca), que nos dijeron que era muy bonito, medieval.... nos encontramos con 3 casas jugando al "tute" distribuidas en una calle muy empinada, que había que subir, y subir, y subir... para llegar arriba (no se, con la esperanza de ver un castillo o algo similar, a poder ser medieval) y lo único que encontramos fue un parque, con unas vistas muy bonitas, eso sí.




Total... más cansados todavía (y cerca de las 11 de la noche ya) regresamos a Moncelise, donde nos encontramos con la sorpresa de que en la plaza del pueblo había fiesta, con un concierto de música y todo (cantaron salsa) y con toda (la poca) peña del pueblo en la plaza. Por lo visto, son las fiestas de verano del pueblo. Nosotros, cansados, estuvimos poco tiempo. Regresamos al hostal tras la cena en un chino (te los encuentras en todos lados, si este pueblo es pequeñísimo...), y tras unas partidas a las cartas, para relajarnos un poco, nos vamos a la cama (yo tenía 40 donde elegir), y recargar de nuevo las pilas para afrontar la última jornada de viaje. La próxima cama donde duerma, ya será la de mi casa. Pero... el viaje aún no ha acabado.

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