Cuando llegamos a Metkovic, comprobamos con alegría que nuestro Ford sigue donde lo dejamos, y que podemos continuar con nuestro viaje sin percances. Hoy nos toca otro día largo de carretera, ya que tenemos cerca de 250 Kms por delante aún, y el tramo de carretera de la costa, como ya os he contado, es precioso, pero con mucho tráfico, sinuoso y no permite grandes velocidades. Además, hace mucha calor (ya llevamos varios días así), por lo que de camino a Zadar (nuestro punto de alojamiento hoy) nos paramos en la localidad costera de Makaskar, para darnos un baño en una de sus playas. Antes de llegar, nos encontramos por el camino, paisajes preciosos, pero que por tiempo, no podemos pararnos a visitar.
Tras refrescarnos, volvemos a la carretera, para, ya de forma más rápida, por autopista de nuevo, sobre las 16:30 llegar a Zadar, donde rápidamente encontramos nuestro alojamiento, que está justo en la periferia de Zadar. Tras almorzar unos bocadillos (que traerán cola, ya os contaré), sigue haciendo tanto calor, que nos vamos a alguna playa que nos ofrezca la ciudad, pero como ocurre en la mayoría de pueblos y ciudades croatas que hemos visitado, aquí el concepto de playa son acantilados, piedras y rocas junto al agua. En una cala, nos dimos un baño para mitigar el calor, pero al no sentirnos a gusto en la cala, regresamos a la casa, para asearnos, y de nuevo, ya con menos calor, por la tarde, visitar el centro de Zadar.
Como otras ciudades, Zadar tiene un centro antiguo, con murallas que lo rodean, de época medieval, hoy en día llena de tiendas, bares y puntos de regalos, que le dan vida a la ciudad. Al primer sitio que fuimos fue a su paseo marítimo (tras callejear un poco por el centro histórico). En este paseo dicen que se puede ver uno de los atardeceres más bonitos del mundo, y, bueno, no puedo comparar mucho, pero precioso es, y de lejos. El sol es anaranjado, pero no se ve, sino que se difumina en el horizonte, con el mar color azul cristal, con las islas del adriático de fondo, y con un sonido muy especial, que relaja muchísimo, tanto vista, como oído, dando una tranquilidad y belleza que pocos sitios mas tendrán.
Lo del sonido, es precioso, y un poco difícil de explicar. Al final del paseo marítimo, hay una zona, con escalones, donde te puedes sentar a visualizar el atardecer. Bajo esos escalones, han construido unos túneles de viento, pequeños, con diferentes frecuencias, por el cual, entra el agua, con más o menos fuerza, dependiendo de la corriente, generando un sonido, más grave o más agudo, en función de dicha fuerza. Así funciona el órgano marino del paseo marítimo de Zadar.
Al final del paseo, hay también una zona, como decir, sorprendente, donde el suelo está lleno de luces, donde en función también de la fuerza de la corriente que lleva el agua que entra por debajo, las luces van cambiando de color. Vamos, como si estuviéramos en una discoteca, pues igual.
Del resto de Zadar, poco más. Hay zonas en las que han encontrado ruinas romanas, pero actualmente están trabajando en ellas, y no son accesibles. Sin embargo, en otras zonas, hay trozos de esos descubrimientos romanos, que forman parte de la calle, están al aire libre, y puedes tocarlos (y sin son pequeños incluso llevártelos), así que no entiendo porque en algunas zonas lo delimitan y en otras no, pero bueno. Destacar la plaza de la iglesia de Santiago, con su torre, a la cual se puede subir, y visualizar Zadar desde las alturas.
El centro de Zadar, como ya os digo, tiene vida. Bares y restaurantes llenos, muchas tiendas y tenderetes de regalos y recuerdos de la ciudad, e incluso en alguna esquina, músicos y grupos tocando en directo, y mucha, mucha gente, aunque se podía pasear sin mucho agobio. Tras comes unas pizzas, y una mazorca de maíz tostada (muy propio del lugar, porque encontramos varios puestos), regresamos a nuestro alojamiento, para descansar, ya que mañana también nos esperan bastantes Kms de carretera, hacia Rijeka, nuestra última noche en Croacia. Esto, parece que no, pero poco a poco, se va acabando.
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