domingo, 17 de agosto de 2008

Diario de viaje: Jornada 6 (Split)



Nos levantamos temprano, ya que la distancia hacia Split es larga desde Plitvice. Como la casa donde hemos dormido esta noche no tiene cocina, desayunamos en un pueblecito que nos cogía de camino, en un parque donde nos comimos, entre otras cosas, un melón ambientador (resulta que el melón se compró ayer en Slurj, y lo dejamos en el coche toda la tarde... cuando fuimos a montarnos tras la cena, imaginaros a que olía en el coche...). Con el estomago contento, seguimos nuestro camino hacia Split, por buenas carreteras, en su mayor parte autovías (recorrimos el que pensamos es el túnel más largo de Europa, con cerca de 6,4 Kms de longitud). Antes de llegar a Split, hacemos parada en la ciudad medieval, patrimonio de la Unesco, Trogir, ciudad medieval de la que nos habían hablado muy bien, pero que al final no resultó para tanto (puede que influyera la calor que hacía, y que solo pensábamos en llegar a Split para bañarnos en sus playas).



Trogir es una ciudad pequeña, vieja, de la época medieval, ubicada en un islote, llena de bares y restaurantes, muy caros. Lo único que quizás nos gustó fue el mercado de frutas y verduras (principalmente) que había en las afueras. (Luego ya hemos comprobado que este tipo de mercados es muy típico en todos los pueblos de Croacia).

Salimos de Trogir, ya sí por fin hacía Split, a la que llegamos muertos de hambre, tras una guimkana que realizamos para encontrar la calle del hostal. Resulta que las indicaciones que llevábamos eran correctas, pero la calle no aparecía. Tras varias vueltas cerca del hostal (de esto nos enteramos después, claro está) paramos a preguntar en una empresa de transporte que encontramos cerca. Uno de los trabajadores, muy amable, en lugar de indicarnos, llamó directamente al hostal (cosa que pensábamos hacer si seguíamos sin encontrar la calle)... A las 16:30 aparece por la empresa de transporte el dueño del hostal, con una pinta de ex-militar, que no se la quita nadie, y con la impresión de no discutirle nada, le seguimos hasta el hostal, que resultó ser su casa, donde alquila habitaciones. Allí, con la compañía de su encantadora madre, el hombre parece más amable, y nos enseña la casa, y nos enseña como movernos por Split. Tras dejar las maletas, y almorzar de nuevo bocadillos, nos vamos a la playa de Split.



Como podéis haber notado por el vídeo, resulta que en Croacia, no hay playas como a las que estamos acostumbrados por aquí, no son grandes y de arena, sino que son pequeñas (suelen ser calas o acantilados), con muchas piedrecitas, o incluso como la de Split, de cemento, sobre el que la gente se pone a tomar el sol, y a bañarse (esto en el agua, lógicamente). En Croacia en realidad no hay costa, como en España. Hay tantas islas enfrente, y tantos entrantes de agua, que forman muchas bahías, sobre acantilados, y así suelen ser las playas de esta zona. Alguna hay de arena fina, pero suelen estar en las propias islas, más erosionadas por el viento y el oleaje del Adriático.

Tras nuestra tarde de playa, vamos a visitar el centro de Split. Aquí ocurre como con los lagos de Plitvice, las palabras no bastan para describirlo. Primero te encuentras con un mercado enorme en el que puedes comprar de todo, frente al puerto marítimo, muy bonito, moderno, de noche muy iluminado, y por donde te puedes pasear, gracias a su bello paseo marítimo, lleno de bares y restaurantes donde tomar una copa, o comer algo que te apetezca. Si te adentras en el mercado, te metes de lleno en las calles del centro de Split, las cuales se remontan a la época romana, donde te encuentras de todo, casas particulares, tiendas, restaurantes y bares, entre ruinas, monumentos y demás restos romanos. La gente vive en las ruinas. Las casas están habilitadas para vivir en ellas, o tenerlas como tienda o como bar, rodeados de capiteles, columnas y ruinas de casas romanas. Alguna parte es de época medieval, por lo que ya el contraste es total. Muy fuerte. Y muy bonito.



Es precioso, y muy chocante, la verdad, ver en el mismo edificio, en la planta baja una tienda normal, actual, y la pared o el resto del edificio, lleno de restos de murallas romanas, o medievales, rodeado de calles y calles del mismo estilo, incluso con balcones, con ropa tendida. Tan ricamente. ¿te imaginas vivir en una casa de 2000 años de antigüedad?



Lo más destacado es el palacio de Dioclesiano, (foto vertical anterior) que hoy es la catedral de Split (eso sí, la catedral más pequeña que yo he visto, parece más bien una capilla), asentada sobre restos romanos, y rodeados de calles de época romana (con columnas, esfinges, figuras, capiteles, etc...), pero también de calles del siglo XII y XII, con plazas enormes, junto a calles muy estrechas, pequeñas, y todo como un poco laberíntico.

Tras patearnos tanta y tanta calle, tan bonitas y con tanta historia, mientras se está disfrutando de una gran helado, nos vamos marchando al hostal, para descansar un poco. Tras asearnos, de nuevo, regresamos al centro de Split para conocer la marcha de la ciudad de noche. Llama la atención de nuevo los restos romanos, más bellos aún si cabe con la luz nocturna, y me sorprende, como siendo las 12 de la noche, siguen abiertos algunos puestos de venta de frutas y verduras del mercado.



Tras una cena en un bar de comida rápida, con un camarero muy desagradable, lo peor de la ciudad de lejos..., y un último paseo por la playa principal de Split (que de noche se convierte en sitio de marcha para los jovenes y los turistas de la ciudad) (se me olvidó decir que esta playa tiene bandera azul), nosotros regresamos al alojamiento, esta vez sí, para dar por concluido el día, que ha cundido bastante. Mañana de nuevo nos espera bastante carretera, siguiendo por la costa, hacia el sur, hacia Dubrovnik.

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