Hoy salimos temprano. Son las 9 de la mañana y ya estamos en carretera. El siguiente destino es Dubrovnik, y hay más de 200 Kms de distancia. Viajamos a través de la carretera que bordea toda la costa adriática. Entre que la autovía entre Split y Dubrovnik no está acabada, y que nos informaron de la belleza de la carretera de la costa, decidimos ir a Dubrovnik por esta última.
Buf!! Eso si, hay que armarse de paciencia. Carreteras con curvas continuas, subiendo montañas, bajándolas, y cruzando múltiples pueblos, que ralentizan muchísimo el viaje, a veces incluso con colas de varios minutos parados, por los semáforos y la cantidad de coches que hay en dichos pueblos. Pero todo merece la pena, por las vistas. Frente la costa podemos ver islas grandes, islas chicas, calas, playas..., todo bordeando a la vez una gran cadena montañosa, que está junto al mar. Algo increíble.
Con paciencia vamos llegando a nuestro destino, tras 6 horas de viaje en coche. También hay que decir que paramos a desayunar, y ademas nos detuvimos en dos pueblos (Plôce y Metkovic), que nos hizo desviarnos de nuestro camino, y perder algo de tiempo. Aún así, las 4 horas de viaje desde Split, no nos la quitaba nadie. Lo que hicimos en Plôce y Metkovic os lo explicaré otro día.
Al llegar tan tarde, en realidad a Dubrovnik no nos ha dado tiempo a verla, solo de lejos por la carretera, ya que decidimos dirigirnos directamente primero al hostal, que son las 16:30 y no hemos almorzado. Nuestro hostal (una casa familiar, donde alquilan el piso superior), es la mejor en la que hemos estado hasta el momento. Habitaciones limpias, dos cuartos de baño y ...., tachan, tachan.... cocina completamente amueblada y terraza.... bien!!!!!!! Todo un lujo. La casa se encuentra en la localidad de Srebreno, a 6 Kms de Dubrovnik.
Como digo, al llegar tan tarde, decidimos dejar la visita a Dubrovnik para mañana, y disfrutar de las playas del lugar, que son muy parecidas a las que ya comenté el día de Split.
El hecho de disfrutar de la playa, y no salir de noche a ningún sitio, nos permitió esa tarde, por primera vez en el viaje, parar un poco, y disfrutar de la cocina de la casa, con una gran cena (algo calentito, por fin, recién cocinado por nosotros mismos), que nos permite recargar las pilas y recuperar fuerzas para todo lo que aún nos queda. Mañana, por lo pronto, Dubrovnik.
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